viernes, 6 de marzo de 2009

del semanario

... cuando Enrique regreso a su lugar de trabajo, encontro sus documentos personales vaciados encima de su escritorio, no podia creer lo que estaba viendo, su boca se lleno de un estrepitosa grito de asombro, que inmediatamente tuvo que sofocar para no ser escuchado por las personas que aun trabajaban hasta tarde ese dia de invierno, corrió rapidamente hacia la ventana que aun estaba abierta y el aire de afuera soplaba las cortinas como advirtiendole de que eso solo era el principio, vio el vacio y solo veia un puñado de jovenes parranderos que pululaban canciones populares dignas de los momentos de borracheras de fin de semanas. Cuando regreso a su lugar de trabajo, y una vez habiendo escrutado cada rincon de su lugar de trabajo, fue hasta entonces que logro reparar en la nota que le habian dejado debajo de una vieja fotografia donde se podia ver claramente a Enrique en compañia de bella mujer de piel dorada con el mar de fondo, en el margen inferior derecho de la fotografia aun podia leerse claramente una nota al margen que hacia alusion de un lugar paradisiaco en el sur de Mexico.

Cuando Entique levanto la nota en cuestion, reconocio rapidamente un aroma que le era familar, era ese aroma que en antaño hubiese hecho lo posible por retenerlo eternamente, Maria era la culpable de ese lejano, pero intenso recuerdo, podia recordar aun ese viaje que tantas desgracias le habia traido, sacudio la cabeza fuertemente como si al recuerdo estuviera estacionado encima de su cabeza envolviendolo en una especie de sabana invisible:

- Basta Enrique, eso es imposible - se decia asi mismo intentando convencerse de algo.

Sabia que en realidad no tenia la certeza de lo que a estas alturas podia o no ser posible, habia pasado tanto tiempo, que se habia decidido enterrar infructuosamente esos recuerdos que ahora se agolpaban dentro de su cabeza como diminutos gusanos que enpezaban por comer todo lo que habia dentro.

Cuando por fin pudo librarse de sus propios demonios, se dio cuenta que estaba tumbado en un rincon de su todavia oficina, sabia que le quedaba poco tiempo, sabia que fuera lo que fuere, tenia que actuar ya, sin contratiempos, sin miedos y sobre todo, sin remordimientos, no podia darse el lujo de experimentar un sentimiento tan absurdo.

Una vez erguido procedio a dar lectura a la nota que tenia delante de sus ojos, sujetandose con la mano derecha en el respaldo de su lujoso sillon sintio que despues de este momento, ya nada seria como antes, a partir de ahora, todo lo que habia conseguido, pendia de 15 lineas de una fina tinta ...

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